lunes, 15 de junio de 2015

Sandra Torres y Manuel Baldizon 

pertenecen

 a las mismas mafias. Son de los mismos.


Durante más de una década he venido señalando que nuestra democracia experimentó una metamorfosis siniestra, reduciéndose simplemente a una elección que tiene lugar cada cuatro años, en la que elegimos un cleptodictador, es decir, un presidente ladrón, que cogobierna con las mafias criminales, los capos de los carteles de narcotraficantes, los contratistas y proveedores del Estado y algunos intereses privados tradicionales.

En conjunto, estos grupos poderosos y temibles son los mentores, gurús, guías, y, al mismo tiempo, miembros de la cleptodictadura omnipresente que nos tiene sometidos. Un sindicato criminal que ha carcomido y llenado de podredumbre desde los subsuelos más profundos, hasta las superficies más visibles de Guatemala. Arquitecto de un sistema pervertido y perverso, que solo es eficaz para servir a las mafias y como fuente imparable de volúmenes descomunales de corrupción, para alimentar a las voraces e insaciables aves de rapiña que rigen nuestro destino colectivo.

La semana pasada escribí que eran ridículas, superfluas y torpes las acusaciones mutuas entre la gente de la UNE de Sandra Torres ex de Colom y los de Lider de Baldizón, pues ambos grupos, rasgándose las vestiduras y presentándose como niñas vírgenes de primera comunión, se increparon de recibir financiamiento del narcotráfico, y de contratistas y proveedores del Estado.

A nadie escapa que Álvaro Colom ganó la elección con el financiamiento de los narcos Juancho León, Hayron Bingoton Borrayo, Obdulio Yuyo Solórzano, del Loco Turcios, y las narcofamilias Mendoza, Berganza y Lorenzana. La plata de J.I. Cohen, el proveedor más grande de medicinas del IGSS y del Ministerio de Salud y los millonarios recursos financieros de Otto Samayoa y su conglomerado de más de 60 empresas constructoras, de Sigma, de los constructores Aparicio y Guerra, entre otros contratistas del CIV, también tuvieron importancia clave.

Con la victoria electoral de Colom, Sandra Torres se transformó en nuestra cleptodictadora de turno y Manuel Baldizón siguió presidiendo la Comisión de Finanzas del Congreso, que le permitió pasar de millonario relativamente modesto, a multimillonario, con una fortuna incalculable, semejante a las de Arzú, Pérez Molina, Baldetti, Alejos, Otto Samayoa, Julio Girón, Ríos Montt y Portillo, no digamos Jaime Aparicio, Rodrigo Lainfiesta, los Cohen, el Chino Jarquín, los dueños de Sigma, los constructores Guerra, Eddie Castillo, Carlos Quintanilla y la propia Sandra Torres, entre otras sanguijuelas insaciables de colección.

Dos connotados narcotraficantes, Yuyo Solórzano –asesinado igual que Juancho León, debido a vendettas entre los carteles allegados al gobierno de Sandra Torres– y Turcios, extraditado y juzgado en Estados Unidos recibieron la administración de Fonapaz, pieza clave en la política social del gobierno de la UNE, prioridad ejecutiva de Sandra Torres.

Más tarde, cuando la Corte de Constitucionalidad le cerró la puerta a la candidatura de Sandra Torres, el ungido de esta, como candidato de la UNE, fue Manuel Baldizón, quien jamás hubiera superado el diez por ciento de intención de voto de no haber contado con el apoyo del partido oficial. Sandra Torres le dio a Baldizón dimensión política a escala nacional, mediante los programas sociales clientelares de los que ella se apropió y que ahora pretende –inútilmente– que le sirvan de trampolín para su directa reelección. Por eso, Torres y Baldizón se disputan el mismo electorado, el de las bolsas.

Ahora que no nos quieran impresionar con sus bravuconadas, arrebatos y campañas, pues todos sabemos que forman parte de la elite de la cleptocracia criolla. Los guatemaltecos somos desmemoriados y experimentamos amnesia cíclica, pero no a los extremos que los políticos piensan.

Con los partidos en la contienda hay que abandonar la esperanza de que tengan lugar los cambios que Guatemala exige.

A la hora de la verdad, la cleptocracia, ese sindicato criminal que ha prevalecido durante décadas en el poder, cierra filas con quien manda. Basta observar que Pérez Molina se mantiene prendido de un hilo del poder gracias al apoyo de Manuel Baldizón. Los titiriteros del sistema siniestro y pervertido, incluyendo el monopolio de televisión y el duopolio de radios, también han cerrado filas con el poder.

Es penoso percatarse, pero no existen políticos ni fuerzas políticas innovadoras capaces de refundar el Estado, buscando al menos combatir y derrotar la corrupción, establecer el imperio de la justicia y la transparencia y la rendición de cuentas, el respeto a la ley y a los derechos humanos, la difusión de la riqueza, la competencia y la profundización de los mercados.

Hasta el simpático, agradable e ingenuo de bondad, Jimmy Morales está rodeado por el Dream Team de la maldad militar, entre ellos, nada menos, Chicharrón Soto Salán y López Serrano, con antecedentes conocidos de carbonización social, narcotráfico y robo de vehículos.

Debemos expulsar de la política a esos clanes y familias depredadoras que solo han visto al Estado como su fuente permanente de enriquecimiento sin fronteras.

Concurrir a las urnas significa validar ese sistema siniestro, validar a la cleptocracia, y al sindicato criminal. El día de las elecciones, en lugar de votar, manifestemos con civismo y dignidad, en un contexto de orden; realicemos una fiesta de rechazo y repudio a la política de estos políticos sindicalizados como mafia.

Quienes lleguen al poder, si llegan con muletas, débil, sin legitimidad, sin representatividad, menor será el riesgo, inevitable en todo caso, de que abusen de nosotros. Y, al primer indicio, sospecha de corrupción, nos los traemos a todos y les extinguimos sus bienes patrimoniales y sus caletas.

Estos clepto-políticos no tienen dignidad, son unos cuerudos, se protegen unos a otros, cierran filas y no se harán el harakiri. Seguirán asaltándonos. Como decía el Maistro Quiroa: gallina que come huevo, aunque le corten el pico. Y, la que es, vuelve, y con diente dioro y minifalda.

Que nuestra frustración, indignación y cólera, debido a la incompetencia y la corrupción, se transforme en una ventana de esperanza: impulsemos un exitoso boicot electoral. La hora del ajuste de cuentas ha llegado.


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