domingo, 2 de agosto de 2015

Cuando la Corte Suprema de Justicia emite comunicado de advertencia de no tolerar injerencias externas ni de otro sector, pretende vender una imagen discutible de independencia.

Cuando la Corte Suprema de Justicia emite un comunicado en el que advierte de que no tolerará injerencias externas ni de ningún otro sector, lo cual no ha ocurrido, envía un mensaje hacia el sector equivocado, en su afán de pretender vender una imagen discutible de independencia. Guatemala tiene un historial de cooptación de las instituciones en las que la independencia es un espejismo, y eso ha servido para beneficiar a unos cuantos, principalmente a los gobernantes y políticos de turno. Pero los actuales magistrados pueden hacer mucho si cumplen con ese ofrecimiento.

Tampoco es cierto el discurso del candidato presidencial Manuel Baldizón cuando declara en la cadena de televisión CNN en Español que apoya a la Cicig, porque ha sido obvia su animadversión, como quedó de manifiesto con la reciente protesta organizada por allegados de su partido, Líder, frente a las oficinas de esa entidad. Afirmar que el comisionado Iván Velásquez ha emprendido una cruzada en contra de esa agrupación política es un absurdo que solo desenmascara aviesas intenciones.

Por suerte que en esa batalla en contra de la corrupción, el MP y la Cicig no están solos, porque han recibido suficientes muestras de respaldo, como lo acaba de manifestar el sector privado organizado que demandó profundizar en las investigaciones, o como también lo han expresado las iglesias y los medios de comunicación independientes, porque no cabe duda de que el país está en el umbral de una transformación determinante para sus habitantes. Pero para lograrlo se necesita menos descaro y un mínimo de responsabilidad por parte de funcionarios y políticos.

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