miércoles, 11 de junio de 2014

Si aspiramos a vivir en democracia la solución no es matar.

Erwin Sperisen, director de la Policía Nacional Civil (PNC) de 2004-2007, fue condenado el 6 de junio por el Tribunal Criminal de Ginebra, Suiza, a cadena perpetua por ser culpable de la muerte de siete reos en la cárcel de Pavón en septiembre de 2006. El proceso contra Sperisen deja lecciones para el débil y parcial sistema de justicia y para la Policía porque evidencia que a pesar de la enorme inversión técnica y financiera que la comunidad internacional aportó para transformar a la Policía para que respondiera a lo pactado en los Acuerdos de Paz de 1996, no se pudo construir lo deseado.

En efecto, la PNC no dejó de ser represora, asesina y corrupta. El caso Sperisen documentó que siguió promoviendo la creación de entes paralelos que realizaban limpieza social y ejecuciones extrajudiciales bajo la lógica de que era la única forma de luchar en contra del crimen y la violencia que azota al país.

Sectores con acceso a medios de comunicación, ven como solución a la violencia, la política ilegal de asesinar a quienes han infringido la ley, esta es una postura peligrosa porque le resta responsabilidad al Estado que es el que ha fallado en construir condiciones mínimas para que la población viva con dignidad y no caiga en la ilegalidad. Si aspiramos a vivir en una democracia la solución no es matar a los delincuentes sino procesarlos y hacer que paguen por sus actos. Al mismo tiempo, deben subsanarse los fallos del sistema que permiten que los ciudadanos se conviertan en delincuentes y crear alternativas.

Finalmente, este es un mensaje para la elite nacional que durante la guerra de 36 años promovió una política de limpieza social y que durante la etapa de posguerra creyó que sus acciones quedarían impunes, como quedaron los crímenes que respaldaron durante el conflicto. Sin embargo, la justicia internacional les mostró que nadie es superior a la ley y que los abogados de la defensa, acostumbrados a impulsar artimañas para detener los procesos y salirse con la suya, como lo hacen en Guatemala, allá no lo lograron.

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