martes, 13 de enero de 2015

El azote del crimen organizado

Una de las cabezas visibles de la hidra del crimen organizado en Guatemala es el contrabando (introducción o exportación de productos sin pagar los derechos de aduana a que están sometidos legalmente) y la defraudación aduanera (mercaderías introducidas fraudulentamente). Las otras cabezas visibles del crimen organizado son el narcotráfico, la trata de mujeres y niños, el tráfico de armas, la extorsión, el secuestro, el tráfico de madera, el lavado de dinero, el robo de vehículos, la corrupción estatal y el tráfico de personas.

El Fisco deja de percibir decenas de millardos de quetzales anuales, por razones del contrabando y de la defraudación aduanera, por lo que se convierte en la mayor fuente de evasión tributaria, que impide que la SAT cumpla con las metas que le impone el Gobierno. Estos delitos no solo se traducen en evasión tributaria, sino que también inoculan el veneno de la corrupción y la impunidad a todas las instituciones estatales, especialmente aquellas que están encargadas del control de legalidad y del castigo a los criminales.

El poder de la mafia es tan grande que el territorio nacional ha caído virtualmente bajo la férula, o sea el control total, de la delincuencia organizada nacional y transnacional, que opera con absoluta impunidad. Esto, prácticamente, significa que el Estado es totalmente impotente para enfrentar a los gánsteres, a las bandas armadas, a las maras y al Estado paralelo. Lo más lamentable es que narcotraficantes estén al frente de las instituciones encargadas de hacer cumplir la ley.

La impotencia de la justicia es patética. La conflictividad ha aumentado exponencialmente y el crimen reina en el país. La compra de voluntades se da a todo nivel y todo se “lava”. Se planea y ejecuta el asalto mafioso de las instituciones del sector justicia, así como el socavamiento del sistema de control financiero del Estado, sin que nadie objete o se oponga. El saqueo y defraudación de las arcas nacionales se hace con cinismo y desparpajo, al extremo de que hasta se publican los despropósitos y las fortunas mal habidas. Los mafiosos y corruptos hacen gala de sus artilugios, trampas, ardides y componendas; y, por supuesto, se pavonean haciendo alarde de sus inmoralidades, lujos y excentricidades. Hasta las otrora condenas morales desaparecieron, al punto que sus delitos se cuentan como hazañas y anécdotas.

Ha trascendido que los “capos del contrabando”, no contentos con su desleal “ventaja competitiva” (derivada del no pago de impuestos), se están dando el lujo de presionar a las autoridades estatales para que eleven los aranceles (impuestos de importación) a los productos que internan ilegalmente al país, para que sus competidores, que sí pagan impuestos, prácticamente salgan del mercado, dada la imposibilidad de bajar sus precios.Lo que pasa es que los políticos que llegan al Ministerio de Gobernacion no les interesa la seguridad del pueblo. Solo les importa lo que van a percibir de las estructuras criminales, por eso conforman su equipo con personas con esos perfiles y los colocan al frente de la policía y presidios.

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