martes, 14 de octubre de 2014

Radiografía del Cartel de La Charola

Informe de investigaciones  para las agencias de inteligencia y antinarcóticos de Estados Unidos, debido a su relevancia el texto se reproduce íntegro y sin editar, la traducción es libre.
El “tumbe” (robo de cargamentos de dinero o de drogas de las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas) se ha convertido en un problema generalizado entre los miembros de la Policía Nacional Civil (PNC).   

Estos tumbes empezaron a finales de los años noventa, cuando los carteles de la droga comenzaron a pagarle a la PNC para que “se hiciera de la vista gorda”; poco después, los carteles empezaron a contratar agentes de la PNC para que protegieran sus cargamentos, ya que a ellos no los pararían otras patrullas. Los agentes de la PNC que protegían los cargamentos se asociaron con otros miembros de la Policía para robar los cargamentos y vender las drogas a los carteles de la frontera de Guatemala con México, donde ellos obtenían una mejor paga por kilo (en la mayoría de los casos no tanto por lo que valían en el mercado, pues era droga robada).  

Grupos de la PNC dedicados al tumbe, algunas veces llamados “tumbadores”, se formaron rápidamente, con la adición de oficiales y comisarios (el rango más alto entre los oficiales de la PNC).  

Los rangos dentro de la PNC son (en orden ascendente) los siguientes: agente (el rango más bajo), subinspector, inspector, oficial tercero, oficial segundo, oficial primero, subcomisario, comisario y comisario general. 

Una de las primeras áreas que se vieron afectadas por este fenómeno fueron las unidades antidrogas. Los políticos tenían que estar cambiándole constantemente el nombre a la unidad antinarcótica especializada para intentar crear un sentido de transparencia, aunque la misma gente se quedara en las unidades. Los nombres cambiaron de DOAN (Departamento de Operaciones Anti-Narcóticos) a SAIA (Servicio de Información y Análisis Anti-Narcóticos), DAIA (División de Análisis e Información Antinarcótica) y, actualmente, SGAIA (Subdirección General de Análisis e información Antinarcótica). Los oficiales antidrogas empezaron a pasarles información a los tumbadores o a robar cargamentos para sí mismos, en lugar de incautar la droga.   

Varios grupos de tumbadores empezaron a surgir; entre estos, los dos grupos más poderosos eran los liderados por los exdirectores generales adjuntos Henry Rubén López Gómez (director general adjunto de la PNC desde el 9 de abril de 2007 al 20 de septiembre de 2008) y Rember Aroldo Larios Tobar (director general adjunto de la PNC desde el 21 de septiembre de 2008 al 7 de junio de 2009). 

López controlaba a la mayoría de los jefes de comisarías, mientras que Larios tenía la ORP (Oficina de Responsabilidad Profesional, la división de asuntos internos de la PNC). Larios convirtió la ORP en un grupo con la capacidad de tenderles trampas a los miembros de la PNC que no se alineaban a sus intereses.  

López y Larios cultivaron diferentes contactos políticos con sus fortunas. En un principio eran grupos rivales, pero, entre sus rangos dentro de sus organizaciones criminales, tenían varios miembros que trabajaban para los dos. En 2008-2009, estos miembros dobles fueron los que convencieron a López y a Larios para que fusionaran ambos grupos y crearan uno nuevo y poderoso llamado Cartel de La Charola, en el cual López es el líder y Larios el segundo al mando.  

Telémaco Pėrez y Jorge Aldana Gálvez son juramentados como director general y director general adjunto de la PNC, por el ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla.
Telémaco Pėrez y Jorge Aldana Gálvez son juramentados como director general y director general adjunto de la PNC, por el ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla.

Todavía no se tiene claro cómo concibieron el nombre “Charola” (que quiere decir ”insignia”). En el aeropuerto de México D.F. hay una organización criminal con ese nombre, conformada, en su mayoría, por policías, pero no se tiene información sobre si el Cartel de La Charola de la PNC tiene vínculos con el grupo mexicano o si solo copiaron el nombre. 

La Charola obtiene información para sus tumbes de los miembros de la PNC que protegen los cargamentos (a quienes se les paga por abandonar los cargamentos).  Los carteles los contratan para que roben los cargamentos de las organizaciones rivales, o, algunas veces, estos roban un cargamento en lugar de incautarlo legalmente.  

Se estima que el Cartel de La Charola tiene mucho más de mil miembros activos dentro de su organización, además de que ha habido varios miembros de la PNC que han sido sobornados o chantajeados para que, en determinados tumbes, trabajen con La Charola. La Charola fusionó ambos grupos, aunque todavía existe cierta división entre los dos bandos. Trabajan juntos para todo lo que tenga que ver con drogas -como es el caso de los tumbes-, protegiendo los cargamentos de droga, vendiendo droga robada, lavando las ganancias obtenidas de la droga, entre otros.  

La gente de Larios también se ha expandido hacia otros ilícitos, como el sicariato, el contrabando de gasolina, el chantaje, el secuestro de contenedores de mercancías, una red de prostitución (algunas de las prostitutas de esta red son miembros de la PNC), etcétera Hoy en día, la gente bajo el mando de Larios es la más poderosa. 

Tumbes de La Charola liderados personalmente por Larios

El 17 de octubre de 2009, a las 6:00 p.m., en el kilómetro 16 de la ruta al Atlántico, en una gasolinera, a pocos metros de la Comisaría 12 de la PNC. Larios obtuvo el aviso por un informante de la DAIA llamado Paredes.  Robaron 800 kilos de cocaína de un camión que se encontraba estacionado frente a la tienda de conveniencia. Primero instalaron un punto de control, utilizando la patrulla DINC-01 (que se las facilitó el jefe de la División de Investigación Criminal —DINC—, Marco Tulio Folgar Palma), la cual condujo el agente Luis Alberto Marroquín Martínez. Los kilos fueron vendidos al propietario de la línea de autobuses Las Charras, quien estaba vinculado con Juan Ortiz López, alias Chamale (extraditado a EE.UU. en mayo pasado), y con Erick Zúñiga, aliasPocho. Otros miembros de la PNC afiliados a La Charola que participaron en este tumbe fueron  Werner Yovani Leal Yaxcal (vinculado con Walther Overdick y Los Zetas y que, más tarde, se convirtió en director general adjunto de la PNC); el subcomisario Luis Francisco González Estrada; el comisario Fidel Herlindo Martínez Rodríguez, alias el Chucho; el comisario Alfredo Velásquez Sánchez; Jorge Ernesto Aldana Gálvez; y el comisario Baltazar Gómez Barrios. 

Un sábado de mayo de 2009, en San Lucas Sacatepéquez, Telemaco Peres (actual director de la PNC) y  Rember Larios y Werner Yovani Leal Yaxcal lideraron este tumbe. Obtuvieron la información de excomisarios de la PNC. A medianoche, entraron a la fuerza en una casa y robaron 1,500 kilos de cocaína y dinero. Para eso, utilizaron 15 patrullas de las FEP y 30 agentes uniformados, con gorros pasamontañas. El grupo fue liderada por Telemaco. Hasta trataron de llevarse a dos colombianas, pero ellas habían llamado a un abogado y el abogado llamó a otras autoridades. Tomaron el cargamento, y, al día siguiente, los de la oficina del Fiscal allanaron legalmente la casa, pero solo encontraron un contenedor vacío.   

Baltazar Gómez participó en varios tumbes en la costa del Pacífico, junto con  el comisario Julio Alberto Alay Velásquez, el comisario José Leonel García Velásquez, la oficial primera Angelina Cun Coxolca (quien más tarde vendió rifles de asalto y granadas a los carteles en la frontera de México). Los tumbes fueron coordinados por Rember Larios, Jorge Ernesto Aldana Gálvez y Hamilton Rudy López García, quienes recibieron una parte de la droga y del dinero que se obtuvieron en cada tumbe. Ellos obtuvieron la información del agente de la PNC Enio Pérez y Pérez, alias Kaibilito, conocido también como el Rey del Tumbe. Kaibilito actualmente lidera un gran grupo de tumbadores y es el principal rival de La Charola. 

  El 5 de marzo de 2009, Los Zetas acometieron contra varias patrullas de la PNC en cinco diferentes ocasiones, en toda la nación, porque miembros de La Charola, incluidos Rember Larios y Jaime Leonel Otzín Díaz (quien más tarde se convirtió en el director general de la Policía), robaron de un vehículo blindado tres bolsas que contenían dinero, en Quiché. 


Rember Aroldo  Larios Tobar

Fecha de nacimiento:  29 de diciembre de 1959.

Lugar de nacimiento:  Atescatempa, Jutiapa, Guatemala.

Nombre del padre:  Eliseo Larios Echeverría

Nombre de la madre:  Elizabeth Tobar

Cuando Larios tenía 18 años, vivía en la 16 calle A 21-25 zona 6, ciudad de Guatemala, a unas pocas cuadras de la Academia de Policía, donde él jugaba fútbol, en un campo cercano, con oficiales de la Policía con quienes hizo amistad. Ellos se las arreglaron para darle trabajo de oficial de Policía (en el Departamento de Contabilidad) sin ni siquiera estar en la academia y, pese a su estatura (1.60 m, muy por debajo del mínimo de estatura para poder formar parte de la Policía en aquel tiempo) y sin haber completado sus estudios en la secundaria.  

El 1 de abril de 1984, él fue ascendido a subinspector de la ahora extinta Policía Nacional —PN— (que en 1997 se convirtió en la PNC). En 1986, fue transferido al Departamento de Investigaciones Criminales, y es allí donde se unió al grupo conocido como Los Salmones y fue ascendido a tercer investigador. 

Los Salmones se creó como un grupo de investigación elite dedicado a “operaciones especiales”, el cual dependía directamente del director de la Policía de aquel tiempo, coronel Julio Enrique Caballeros Signé, quien también fungía como director del Departamento de Inteligencia dentro del Ejército, conocido como el “Archivo”. Este era un grupo privilegiado dentro de la PN, pues sus miembros recibían diversos cursos de adiestramiento en otros países y coordinaban sus operaciones con distintas instituciones de inteligencia. El grupo de Los Salmones se disolvió en 1988 debido a diversas acusaciones de ejecuciones extrajudiciales. Pese a que el grupo había sido desmantelado, Larios mantuvo estrechos vínculos con Inteligencia Militar y el Archivo.  

El 1 de septiembre de 1989, Larios fue trasferido a jefe interino del Departamento de Investigaciones Criminales —DIC—. El jefe de la Sección de Homicidios era el oficial José Miguel Mérida Escobar. Como jefe del DIC, Larios fue el nexo entre la PN e Inteligencia Militar.  

El 11 de septiembre de 1990, Myrna Mack Chang, una activista de derechos humanos, fue asesinada. El oficial a cargo de la investigación era Mérida Escobar, quien, en su informe del 29 de septiembre (no se conoció públicamente, sino hasta mayo de 1991) llegó a la conclusión de que Mack fue asesinada por miembros del Archivo, por razones políticas. En agosto de 1991, Mérida fue asesinado por miembros del Archivo, quienes habían obtenido información de Larios. Poco tiempo después, Larios se llevó los honores por la investigación de Mérida. 

Larios fue nombrado jefe de la Policía de Quetzaltenango en 1991, donde se le acusó de robar dinero incautado de asaltos bancarios, por lo que el 3 de enero de 1992 fue transferido a jefe de la Policía en Quiché. En junio, fue trasladado a la Academia de la Policía. El 12 de junio de 1992, lo despidieron de la Policía por haberle tendido una trampa al oficial de Policía Miguel Ángel Laynes Rojas, en un caso que involucraba a un convicto que se había fugado. El gobernador de Quiché, Julio Rolando Ramírez Pérez, presentó una acusación penal contra Larios por haberle tendido una trampa al oficial. Larios fue despedido.

El Cartel de La Charola controla varias comisarías del país con el fin de proteger y robar cargamentos de droga.
El Cartel de La Charola controla varias comisarías del país con el fin de proteger y robar cargamentos de droga.


Larios utilizó la investigación del caso Myrna Mack, por la cual él se había llevado los honores un año antes, y se exilió a Canadá, aduciendo persecución política por parte del Estado. Permaneció en Canadá hasta 2004. Ese mismo año, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó que el oficial Mérida fuera condecorado por su investigación en 1991. Larios utilizó entonces sus contactos dentro de las organizaciones de derechos humanos para que lo reincorporaran en 2007. Inmediatamente después, fue nombrado inspector general de la PNC (saltando todos los rangos dentro de la Policía, y fue nombrado comisario general). Rember Larios rápidamente se unió al grupo criminal dentro de la PNC, la cual estaba liderada por Henry Rubén López Gómez. 

Como inspector general, la ORP estaba bajo su control, y en lugar de arrestar a los miembros de la PNC que se involucraban en los tumbes, comenzó a reclutarlos. Esto lo llevó con el por entonces exoficial de la PNC, Jorge Ernesto Aldana Gálvez, quien había sido despedido de la Policía el 17 de agosto de 2005 por irregularidades en su rango (había pagado para pasar directamente de subinspector a oficial tercero). Larios se las arregló para que Aldana fuera reincorporado el 12 de septiembre de 2007 y, poco tiempo después, lo nombró jefe de la ORP.  

El 21 de septiembre de 2008, Larios fue nombrado director general adjunto de la PNC. Durante el tiempo en el cargo, él creó y dirigió varios escuadrones de la muerte dentro de la PNC, asociándose con Marlene Raquel Blanco Lapola, quien fungía como directora de la PNC (actualmente en prisión con cargos por ejecuciones extrajudiciales). Larios aprovechó el tiempo en el cargo para consolidar buenas relaciones con diversos carteles y crear su propia organización criminal, la cual se dedicaba a los tumbes y el sicariato. Tenía alrededor de 500 miembros de la PNC divididos entre ocho escuadrones de la muerte.  

Mientras estaba de director general adjunto de la PNC, Larios nombró al oficial Bagner Orellana Orellana (vinculado con las organizaciones de Los Lorenzana, especialmente con Waldemar Lorenzana Cordón), segundo al mando de Zacapa (cuartel general de Los Lorenzana).  Luego, destituyó al jefe de la comisaría de Zacapa y dejó a Orellana como jefe interino por varios meses. Orellana presentó a Larios con César Augusto Paz Castañeda, alias Choguto, un empleado de Lorenzana a cargo de los contactos políticos y de la obtención de información. Choguto, Larios y Jorge Ernesto Aldana Gálvez (exempleado de los Lorenzana) se reunían frecuentemente en un lugar de la zona 10 de la ciudad de Guatemala.  


Henry Rubén López Gómez

A inicios de  2000, Henry López, en ese entonces oficial segundo, ingresó como asistente en el área de Operaciones de la PNC. Este fue su primer trabajo relacionado con las operaciones de la Policía. Cuando Óscar Raúl Segura Sánchez fue nombrado director de la PNC, el 27 de julio de 2003, nombró a López jefe de Operaciones, aunque este llegó a ser la mano derecha del director en otras actividades.  

Como parte de sus otras actividades, participó con Segura en reuniones con conocidos personajes del narcotráfico, como Juan León Ardón, alias Juancho; Álvaro Gómez, alias el Sapo; Waldemar Lorenzana Lima y familias importantes de la droga, a los que López regularmente visitaba en sus casas. Cuando había algún mensaje importante que Segura necesitaba enviar a los carteles, López era el mensajero. 

Durante  2002 y 2003, López cenaba en la casa de Juancho León todas las semanas. Estas reuniones eran para coordinar los tumbes (de cocaína y dinero) y la protección de los cargamentos de droga. Ellos contaban con autorización de las más altas autoridades del Ministerio de Gobernación.  Juancho León se había convertido en un amigo y aliado importante en esta misión. Ellos hasta tenían el control de las unidades antidrogas de la PNC. 

López estaba a cargo de los tumbes. Esta nueva actividad dentro de la PNC empezó a ganar fama. La estructura de López empezó a crecer con viejos y nuevos oficiales corruptos que se veían atraídos por tan alta rentabilidad: ganancias aún mayores que las que dejaban los narcotraficantes, ya que los tumbadores no gastan nada en comprar y transportar drogas. Ellos simplemente las roban y las venden a casi el precio normal a los carteles de la frontera con México.

Cuando las nuevas autoridades del Ministerio de Gobernación tomaron posesión de sus cargos en 2004, lideradas por el ministro Carlos Vielman (detenido en España por ejecuciones extrajudiciales durante su gestión), se aliaron inmediatamente con Henry López. López extendió su estructura criminal hacia una nueva actividad: el sicariato.  Muy pronto empezaron a secuestrar y a torturar a los líderes del bajo nivel de los carteles y a robarles las drogas y el dinero que tenían escondidos. López se convirtió en una persona tan poderosa que tuvo suficiente dinero y contactos políticos para ser nombrado director general adjunto de la PNC, en 2007. La estructura de López garantizó una transición pacífica entre Vielman y la recién nombrada ministra Adela de Torrebiarte. Para generar resultados, López empezó a tenderles trampas a personas comunes y corrientes, escogidas al azar, a quienes les colocaba armas y los acusaba con falsos cargos y, aunque al rato salían de los tribunales, el número de detenciones aumentaba drásticamente. López decía que la falta de condenas se debía a la corrupción existente en los tribunales y en la oficina del Fiscal General y, políticamente, su impresionante cifra de detenciones convencía. En esta época López trabajaba independientemente -colocando a sus más cercanos en puestos claves dentro de la PNC, como los puestos de control de los puertos y de las fronteras- en los tumbes y protección de cargamentos de droga (para los carteles más grandes). López también tomó el control de la Academia de la Policía y, poco a poco, ascendía de rango a su gente dentro de la Policía. 

Durante esta época, Rember Larios fue reinstalado ilegalmente en la Policía y se le dio el rango de comisario general, el más alto entre los oficiales. Una vez dentro de la Policía, inmediatamente se le nombró inspector general (a cargo, entre otras cosas, de la división de asuntos internos). Larios tenía estrechos vínculos con ciertas ONG dedicadas a los derechos humanos.  Su nuevo cargo era parte de un pacto entre las ONG y los ministros Vielman y Torrebiarte.  

Cuando Colom tomó posesión como presidente en 2008, nombró a Vinicio Gómez su nuevo ministro de Gobernación. Gómez dejó a López y a Larios en los mismos cargos de director general adjunto y de inspector general, respectivamente. Durante este periodo, López y Larios rivalizaban entre sí por los tumbes. Larios había nombrado a su mano derecha, Jorge Ernesto Aldana Gálvez, jefe de la Oficina de Responsabilidad Profesional (la división de asuntos internos de la PNC). Su principal trabajo era el de encubrir los tumbes y tenderles trampas a los miembros de la PNC que no se aliaban con Larios, lo cual originó un reclutamiento forzado de miembros de la PNC a la organización de Larios. Larios presentó a Aldana ante varias ONG, las cuales establecieron fuertes contactos para Larios y Aldana dentro de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Aldana colaboró con la CICIG en varias detenciones, ganándose así su confianza. 

En 2008, Larios fue nombrado director general adjunto de la PNC, y ascendió a Aldana Gálvez a inspector general. López  hizo un trato con Larios: aquel le pasaría información y gente para los tumbes a cambio de que Larios y Aldana no investigaran los tumbes de López. Es así como empezó la relación entre Larios y López. Esto dio lugar a la unión de las dos organizaciones criminales, convirtiéndolas en una nueva y más grande, conocida como el Cartel de La Charola.  

Marlene Blanco Lapola fue nombrada directora de la Policía. Ella es hermana del diputado Orlando Blanco (quien tenía una relación muy cercana con el entonces presidente Colom, y su esposa Sandra Torres).  Larios y Aldana tenían completo control operativo de la PNC, junto con los hombres de López.  

A Blanco y a Larios los despidieron en junio de 2009, cuando se dieron a conocer los Escuadrones de la Muerte. Fueron reemplazados por nuevas autoridades que duraron dos meses sin el apoyo de La Charola. En agosto de 2009, la Charola recuperó el poder y nombró al exjefe antidrogas, Baltazar Gómez, director de la Policía (quien trabajaba para López), y a Werner Yovani Leal Yaxcal (quien había trabajado estrechamente con Larios). Leal Yaxcal también trabajaba para Los Zetas. Baltazar ya era el principal sospechoso del tumbe de 2008, cuando murieron cinco miembros de la PNC. La CICIG tenía este caso, pero no le puso objeción alguna a los directores recién nombrados.

Cuando Baltazar fue sentenciado por su participación en el tumbe de 2008, la jueza Irma Valdez les dijo a los medios que fue un tumbe de drogas planificado y liderado por las autoridades de la PNC. Aun cuando los jueces encontraron culpables a 19 policías, Valdez dijo que las sentencias habrían sido más fuertes si el Ministerio Público hubiera hecho una investigación más precisa. Larios no fue arrestado debido a los estrechos vínculos que tenía con los investigadores de la CICIG que trabajaban en el caso. Más bien, fue acogido como testigo protegido, aun cuando él lideró el tumbe. 

En junio de 2010, Gerson Wilfredo Oliva Ramos fue nombrado director de la Policía. Él fue el jefe de la división a cargo de llevar a cabo las órdenes de captura durante la administración de Vielman. Fue allí donde Oliva hizo amistad con Henry López. La Charola también ascendió a Jorge  Aldana Gálvez a subdirector general de Personal de la PNC, y conservó a toda su gente en la división de asuntos internos. Aldana puso a miembros de La Charola como jefes de comisarías en diferentes partes del país, con el fin de proteger y robar los cargamentos de droga.  

El 2 de julio de 2013, La Charola utiliza sus contactos políticos para nombrar a   Telémaco Pérez (muy vinculado con Henry López) director de la Policía, y a Jorge Ernesto Aldana Gálvez, director general adjunto. Actualmente La Charola controla la mayor parte de la Policía; las incautaciones de droga llevadas a cabo por las autoridades nacionales prácticamente no existen, y la mayoría de las incautaciones en las cuales participan unidades no investigadas, generalmente, se vuelven tumbes. 

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