martes, 16 de septiembre de 2014

Encierro, entierro o destierro…

La estrategia de Pérez y Baldetti para evitar una eventual persecución penal y garantizar su grueso manto de impunidad, carece de ingenio, sutileza y sensatez, es burda y obvia en exceso; sin embargo, hay que reconocerles una elemental eficacia nutrida por su posición actual de poder, que les facilita imponer su propia ley sin ningún escrúpulo, exacerbando el miedo, la cobardía y, cuando no, el servilismo. No hay necesidad de ser erudito ni científico para confeccionarla, menos aún para descifrarla.

Primero, identificaron a dos personajes burdos, amorales y en extremo ambiciosos, y los designaron sus operadores. Uno es Juan BelcebúRodríguez, sicario de colección y “lavador” de confianza de Obdulio Solórzano y el Loco Turcios. El otro, Gustavo Herrera, que en tiempos de Portillo sustrajo del IGSS más de Q300 millones y a quien, en los días de Berger, el propio Pérez Molina acusó, sin pelos en la lengua, de narcotraficante, junto al célebre Otto Herrera.

Luego, dotaron a sus operadores de recursos financieros, políticos y coercitivos ilimitados para la tarea: desde dinero hasta capacidad de extorsión y represión selectiva, con el apoyo de la seguridad del Estado y de aparatos paralelos criminales.

Su primer objetivo fue la captura del Ministerio Público, donde sentaron, sin guardar las formas ni avergonzarse, a Thelma Aldana, bajo la muy cercana guía del magistrado de la CSJ, Luis Pineda. Tomaron, además, gran parte del control del Tribunal Supremo Electoral a través de Rudy Pineda.

Ahora van tras las Cortes y, sin pudor alguno, piensan sentar con cinismo, sin ruborizarse ni sonrojarse a Vladimir Aguilar, actual Procurador General de la Nación y abogado de confianza, nada más y nada menos, que de Gustavo Herrera, cómodo impune del millonario desfalco al IGSS. Asimismo, piensan sentar a abochornarse a Brenda Quiñónez, abogada de toda la confianza de Belcebú Rodríguez. Tratarán de mantener a Luis Pineda (aunque podrían sacrificarlo de ser necesario) y, queriendo emular a los señores feudales y ¿por qué no? a los mismísimos Borgia, Pérez Molina, piensa sentar en el trono del poder Judicial a su yerno, Gustavo Martínez, carente absoluto de calidades para ejercer la presidencia de la Corte Suprema de Justicia.

Por si fuera poco, no tardan en tener en sus manos a las nuevas autoridades de la Contraloría General de Cuentas, para lo cual han cooptado sin arrugar sus caletas, la candidatura con más probabilidades.

En su agenda apenas queda pendiente la expulsión de la CICIG, y preparan su estrategia, que no por burda y estúpida será menos eficaz, dadas las caletas que para el efecto pondrán a circular descaradamente. Vale la pena señalar, que desde que la CICIG vino a Guatemala, los cuerpos paralelos y aparatos clandestinos del Estado han conspirado para su fracaso y no se debe ni puede soslayar que la capacidad de represión sicológica preventiva y desinformación de estos no tiene parangón en el mundo y lograron por mucho tiempo neutralizar la eficacia de su trabajo.

Desde la última extensión del mandato de la CICIG, tanto Pérez como Baldetti estuvieron manifestando, por todos los medios posibles, que la institución de las Naciones Unidas se debería limitar a “trasladar las capacidades”, nada más. En estos días, a falta de argumentos, Pérez Molina puso la pelota en la cancha de la comunidad internacional y, enteramente fuera de lugar, les quiso meter gol. Pero el embajador de Alemania, coordinador del G-13 (países cooperantes) le enmendó oportunamente la plana: esos países sí están sinceramente preocupados por la seguridad de los guatemaltecos y espantados por la presencia criminal en la cúpula del Estado, y no dudan en apoyar. Es la misma opinión que sostienen el Senado, la Cámara de Representantes y el Gobierno de los Estados Unidos, que están enfrentados en muchos temas, pero no en este: han asignado US$5 millones para la CICIG en el proyecto de presupuesto para el 2015.

Baldetti saltó a la palestra expresando que es momento de que los guatemaltecos caminemos solos, sin muletas. ¿Que caminemos como “tiros al blanco” de sus sicarios? ¿Que caminemos hasta donde ellos ponen la talanquera? ¿Que caminemos, pero sin perturbar su latrocinio ni a sus criminales a sueldo? Ni modo, ella ha cerrado el círculo, junto a Pérez. Han garantizado su impunidad, pueden perseguir a la disidencia y silenciar la crítica sin consecuencias. ¿Para qué? Para seguir ejerciendo poder. ¿Para qué? Para lo único que saben hacer: robar en descampado.


Si logran echar a la CICIG le pondrían la tapa al pomo y caminaremos solos, con muletas o en hombros de nuestros familiares y amigos al encierro, al entierro o al destierro.

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