viernes, 2 de octubre de 2015

Maras amenaza latente



Con el ataque recientemente a dos sub estaciones de la Policía Nacional Civil, perpetrados por miembros de las pandillas o maras, es una muestra que la experiencia salvadoreña se está trasladando a nuestro territorio, debido a la Ley aprobada recientemente en el hermano país, de calificar las acciones de los mareros, como actos terroristas, con penas y drásticas.
Recientemente, estos grupos han provocado un baño de sangre y de terror en El Salvador, y en los últimos meses muchos de sus blancos de ataque han sido agentes de la Policía Nacional Civil, lo que evidencia la gravedad de lo que podría ocurrir también en Guatemala, si no se toman de inmediato las medidas necesarias para impedirlo. El congreso de la República debe legislar por el bien y la seguridad del pueblo.
La Inspectoría General de la PNC y la CICIG, deben trabajar en lo interno de la policía, capturar a todo miembro de esa institución que encubra o sea cómplice de esas organizaciones de terroristas denominadas maras.
Las autoridades ciegas, no les ponen importancia a esas organizaciones de criminales, que son del crimen organizado, porque utilizan armamento de uso exclusivo del ejército y se van apoderando de territorios, para mantener amenazadas a las poblaciones, con el objeto de cobrar extorsiones y expender drogas.
Los jovencitos que sueñan con ser profesionales en el futuro, les truncan sus deseos al ser víctimas del acecho y amenazas de estos terroristas, hasta obligarlos a integrarse. Si se rehusa, es asesinado. Ya dentro, es obligado a cometer asesinatos, cobros de extorsiones y a consumir drogas.
Estos maleantes no descansan y constantemente se dedican a reclutar hasta niños, los que utilizan de banderas o vigilantes. También, para cometer asesinatos, porque saben que los protege la ley. 
Mientras que los políticos que llegan al poder, designan a funcionarios encargados de la seguridad con el único objetivo de ir a robar y a colaborar con estructuras del crimen organizado-narcotrafico. Diputados transfugas deseosos de continuar dentro del Congreso y dedicarse a la corrupción y recibir dinero bajo la mesa, por legislar leyes que favorecen a ciertos sectores, pero no al pueblo. Así, ¿cuándo cambia mi Guatemala?
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